martes, 27 de agosto de 2013

¿Se puede ser migo de tu ex?

Cuando una relación termina, haya hijos o no de por medio, es común que los miembros de aquella pareja piensen que es posible mantener una relación de amistad, aunque, como señaló en SUMEDICO Radio la doctora Karla Rock, psicoterapeuta especialista en temas de pareja y sexualidad, depende del tipo de relación y el contexto. 

La doctora explicó que en toda relación hay un aspecto amoroso que va acompañado de uno sexual, y hay otro agresivo, es decir que tras una separación al parecer ha ganado el aspecto agresivo, “las diferencias, el daño, el malestar, el sufrimiento”, explicó. 

Entonces, al darse la separación, al parecer la distancia diluye el aspecto agresivo y la pareja recuerda lo bueno de la relación. “Se crea la fantasía de poder recuperar lo bueno, y en la medida que no convivió con lo malo, puede mantener esa fantasía, y eso es más fácil lograrlo cuando cuando no se construyen nuevas relaciones, porque si es a la inversa, seguir conviviendo implica negar el aspecto amoroso: los celos”, señaló la doctora Rock. 

No obstante, dijo que esto también tiene que ver con parejas que no definen cerrar un círculo; siempre y cuando no haya hijos en la relación.

Sin embargo, explicó que cuando hay hijos es normal que los padres mantengan una serie de conductas y funciones, y eso no estorba sino hasta que llega una nueva pareja, ya que, como indicó la doctora Rock, “el tercero es el que normalmente denuncia esta situación”. 

También manifestó que esto es más frecuente y sigue ocurriendo cuando hay un vacío en la vida, cuando no se construye una nueva relación, así es que lo más lógico es que acuda a lo que ya tenía construido. 

Añadió que, cuando hay hijos, prevalece el deseo de hacer un nuevo núcleo familiar, la complejidad es que implica que las reglas, la estructura del funcionamiento con los hijos, las definen ya más adultos, ya que esto incluye a las nuevas parejas. 

Parte de la complejidad es que con dos casas, dos modelos de familia, de valores, de reglas, de roles implica una división para todos, para los hijos, para los padres de esos hijos, y también para las nuevas parejas, porque éstas deben excluirse de un universo que es de los padres y los hijos. 

La doctora explicó que en el inicio de una convivencia tras un divorcio, en un nuevo matrimonio, al principio hay fantasías sobre la relación con los hijos de la otra persona, ganarse el cariño, algo que resulta normal, no obstante, señaló que como en cualquier vínculo debe construirse poco a poco.

El problema puede ser, de acuerdo con la doctora Rock, que para los hijos la nueva pareja sea más bien alguien extraño, que no es su mamá o su papá, y esa misma presencia implica el rompimiento de la fantasía que tienen los hijos de padres divorciados, que es que sus padres vuelvan a estar juntos. 

La doctora Rock explicó que es importante ubicar que la fantasía del nuevo vínculo va a tomar tiempo, “implica conocimiento, rutina, ver que la nueva pareja puede ser un aliado, de quien pueden obtenerse cosas buenas. Se trata de un proceso que puede tardar entre tres y cuatro años”. 

Aunque siempre será mejor que la nueva pareja no descalifique a la anterior, no se coloque en el rol de padre o madre, sino trate de ser consejero y amigo. 

Por otra parte, indicó que es importante que no se presente a los hijos a cada persona con la que se sale, “que no sea algo inmediato, que sea un proceso gradual, en donde vaya implicándose al hijo, y que el cónyuge esté seguro que quiere estar con esa persona, porque el hijo también llega a encariñarse con esas parejas. Por eso hay que saber escoger bien”, concluyó.

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