La revista especializada The New England Journal of Medicine publicó un estudio del Instituto del Cáncer Dana Farber, del Hospital Brigham de Mujeres y la Escuela de Salud Pública de Harvard quienes aseguran que los frutos secos alargan la vida.
Según las conclusiones de estos científicos aquellas personas que comen nueces a diario tenían un 20 por ciento menos probabilidades de morir por cualquier causa en un período de 30 años, que aquellos que no consumían frutos secos.
Además de esto, ellos aseguran que si se consumen con regularidad los frutos secos la gente suele ser más delgada a diferencia de los que no los comen. De acuerdo a Charles S. Fuchs, del Dana Faber, “el beneficio más evidente se observó la reducción de las muertes por enfermedades cardiovasculares, casi del 30 por ciento y en cáncer de un 11 por ciento”.
Entre más nueces más salud
“Las personas que en su dieta incluyeron nueces tuvieron menos probabilidades de fallecer durante el periodo de seguimiento de 30 años”, explicó Ying Bao, del Hospital Brigham de Mujeres. La investigadora señaló que consumir frutos secos al menos una vez a la semana reduce en un siete por ciento la mortalidad. Si lo hacían una vez a la semana, la cifra es del 11 por ciento; si consumieron de dos a cuatro veces por semana, subía al 13 por ciento; y si los comían de cinco a seis veces por semana o más de siete veces a la semana, la disminución era del 15 por ciento de reducción y del 20, respectivamente.
De hecho, las autoridades sanitarias de Estados Unidos (FDA) ya habían sugerido que el consumo de 43 gramos de nueces al día podrían reducir el riesgo de enfermedades cardiacas. Fuchs agrega que los cacahuetes, nueces, avellanas, almendras, anacardos, nueces de macadamia, pistachos o piñones será benéfico si se incluye en la dieta.
Otro trabajo que refuerza este resultado es lo concluido en el 'Prevención con Dieta Mediterránea', Predimed en donde se valoró los efectos de la dieta mediterránea integrada por aceite de oliva virgen o frutos secos como las nueces, avellanas y almendras concluyendo que es una práctica mucho más recomendables para prevenir padecimientos cardiovasculares que aquellas dietas bajas en grasa.
Este beneficio, dijeron los investigadores, es realmente importante y, posiblemente, mayor de lo que se podría esperar con los fármacos. Felipe Casanueva, director científico del Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (Ciberobn), y autor del trabajo, señaló en su momento que este trabajo “cambiará la política nutricional a nivel global”.
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